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sábado, 17 de noviembre de 2012

Le bon ton

Cuando regresé a la península después de la larga estancia en Tenerife tuve que volver alli de forma reiterada, por motivos de trabajo, y siempre me alojaba en el Hotel Mencey, del que guardo gratos recuerdos. Por aquel  entonces el hotel pertenecía  a la cadena Ciga, y como es habitual en las hoteles de gran lujo, suelen poner a disposición de los clientes una revista o magazine de altisima calidad (tanto en sus artículos como en la publicidasd y en la edición), que van renovando de forma periódica.

Hoy, ordenando papeles y objetos antiguos, he topado con una pequeña colección de dichas revistas, que conservo como joyas, y hojeándolas, he releido uno de los articulos que viene en la revista CIGAHOTELS MAGAZINE 92, que se titula Le Bon Ton y que me ha vuelto a gustar mucho.

El texto está escrito por Ettore della Giovanna y en el aparecen tambien algunas imágenes reproducidas con autorización de le Galerie Bartsch & Charian de Munich.

Puesto que es un articulo antiguo, y en una revista de tan corta tirada, la única forma de darlo a conocer es publicarlo en un post.

Le Bon Ton

Sombrero de Caroline Reboux de Erik

Ha pasado un siglo y, sin embargo, en París sigue aún vivo el recuerdo de las venturas del conde Boniface de Castellane, Boni para los amigos, que fue el único, auténtico e insustituible soberano de la belle époque. Rubio, apuesto, culto, descendiente de una de las más ilustres familias de la nobeza francesa, adorado por las mujeres de todas las edades, despilfarró millones y millones de Francos de oro de entonces sacándolos de las cajas americanas de su mujer, Anna Gould.


En el palacio de mármol rosa que se mandó construir en la avenue du Bois, hoy Foch, esquina a la avenue Malakof, organizaba almuerzos para doscientas cincuenta personas en honor de Eduardo VII, Leopoldo II, Carlos de Portugal, los grandes duques rusos, y en sus recepciones llegaba a invitar hasta dos mil personas.


Como casas de campo compró los castillos de Marais y de Grignan, y en sus varias residencias guardaba tesoros de arte que, tras la ruina del propietario, hicieron la fortuna de sus acreedores.


Pocas horas antes de morir, abandonó el lecho, vistió su mejor frac, sin olvidar colocarse las condecoraciones y una gardenia en el ojal, pasó al modesto salón que le quedaba y al camarero que le ofrecía una copa de champaña, le dijo: "No te vayas, así verás cómo muere un caballero".


La catástrofe económica, provocada en venganza por su mujer, no le hizo perder ni una sola amistad del gran mundo europeo, y su fama se acrecentó cuando publicó un libro titulado L'art d'être pauvre, que durante algunas décadas ha sido considerado como un manual de bon ton. Bon ton es una locución francesa conocida, aunque algo maltratada, en todos los países del mundo, y resulta intraducibie. Según el diccionario, significa buenos modales, buen trato y cortesía: es todo esto, pero es también algo más. Ante todo, indica la elegancia interior de una persona que en cualquier ocasión sabe cómo ha de comportarse para no demostrar falta de estilo o de gusto y no molestar al prójimo.


Es, como explicaba Boni de Castellane, el arte de vivir como un gran señor aun siendo pobre, o lo que con frecuencia es algo más difícil, el arte de vivir como un señor aun siendo rico. Bien lo sabía Séneca, el cual, un día que uno de sus comensales le reprochó que comía en vajilla de plata no obstante siguiera la doctrina del estoicismo, respondió lo siguiente: "Créeme, hace falta mucha fuerza de espíritu para servirse de platos de barro como si fueran de plata, pero hace falta aún mucha más para servirse de vajilla de plata como si fuera de barro". El bon ton refleja nobleza interior, presupone una actitud de firmeza sin rudeza, rehúye la vulgaridad, conoce la propiedad de lenguaje, hace saber soportar la ironía y la sátira cuando el comentario malicioso está impregnado de humor, como cuando Jules Renard, oyendo decir a la duquesa de Luynes: "Yo no sé mentir”, observó: "Madame, vos os menospreciáis”; o cuando Anatole France, viendo en primera fila a Maurice Rostand, hombre valeroso de ambiguo comportamiento, inició su conferencia, diciendo: "Mesdames, messieurs, y usted también, mi querido Maurice”.

 A l'ombre du parasol de André Marty


Según los libertinos fin de siècle, el bon ton tolera la cita clandestina con la bailarina, pero no la ofensa al orgullo de la legítima esposa; obliga al hombre a quedarse sin blanca por un regalo costosísimo destinado a enjugar las lágrimas de la amante que está a punto de abandonar; el bon ton impone asimismo esa generosidad que puede no conllevar dispendio material, impidiendo la malicia y favoreciendo la benevolencia, sin renunciar al placer del sano cotilleo


Danièle Darc que estuvo casada con el poeta parnasiano Henri-François de Régnier, publicó en 1883 un Petit Bréviaire du Parisién en el que dice: "On se fait belle, on devient riche, on nait élégante". Quería decir, evidentemente, que la elegancia es ante todo una dote del espíritu que le llega al individuo de un reino misterioso, pero no es cierto que no pueda conquistarse, al menos por lo que se refiere a ciertas formas exteriores que pertenecen al bon ton. Coco Chanel, cuyos orígenes eran miserables, cuya infancia estuvo llena de toda clase de dificultades, cuya juventud conoció la crueldad, gracias a su inteligencia se hizo famosa enseñando a la mujer a vestir con sencillez, a no cometer jamás el horrendo pecado de presentarse overdressed, como dicen los ingleses, es decir no acudir a un almuerzo campestre vestida como si se tratara de un baile de gala, y naturalmente no presentarse a un baile de gala como si el traje en vez habeselo encargado a la modista se lo hubiera confeccionado un tapicero o un experto en guardarropa teatral.


Y como la moda femenina ha influido, en la vida cotidiana, en la armonía de la sociedad, la Galerie Bartsch & Chariau de Munich acaba de clausurar en estos días una exposición infinitamente sugestiva, titulada "Le Bon Ton", que recogía cuadros de diez famosos artistas que de 1910 a 1950 crearon figurines de moda hoy considerados como obras maestras, retratando con suma finura a personajes famosos: artistas que colaboraron en "La Gazette du Bon Ton/Arts, Modes et Frivolités", dejando una impronta de sus propia época, la cual no siempre era como éstos la representaron, sino como hubieran deseado que fuera. Un mundo maravilloso, un mundo que habría complacido a Boni de Castellane y al aún más sofisticado Marcel Proust. La muestra se acompañaba de un lujoso catálogo impreso en papel a mano en mil ejemplares numerados con cincuenta y dos perfectas ilustraciones en color. El catálogo, presentado con una erudita e interesante nota introductiva de Ursula Voss, está bajo los cuidados de Joelle Chariau y Martine Gossieaux.

 Un minute, je suis préte de Georges Lepale


El Cigahotels Magazine agradece calurosamente a la Galeria Bartsch & Chariau la concesión de la reproducción de algunos cuadros expuestos en la muestra "Le Bon Ton" que nos ha permitido el placer de renovar la memoria de un modo de ser y de vivir que no quisiéramos verlo desvanecerse en una retorcida y denigrante interpretación de la democracia.


Vladimir d'Ormesson ha recordado en "Le Figaro" que Georges Clemenceau era, desde luego, un tigre, pero con un humor que confirmó, diciendo: "La démocratie Savez-vous ce que c'est?. Le pouvoir pour les poux de manger les lions"

 Portrait d'Elsa Schiaparelli de Francis Marshall

Este tipo de lecturas son como una bocanada de aire fresco que tanto mas se aprecian cuanto más se respira el ambiente nauseabundo de nuestra cultura. Artistas del espectáculo progres y bastante malos, presentadores y colaboradores en los medios, impresentables, con la homosexualidad como mérito exclusivo y dirigentes politicos y sindicales con el escaso bagaje de los estudios primarios. ¡La crisis económica es grave, pero la crisis cultural es mortal de necesidad!. Como es posible que se permita que un tal Paolo Vasile dirija una cadena de TV en España con una programación que raya en lo delictivo, cuando el mismo declara que lo unico que importa es la audeciencia, vulnerado de forma continua la intimidad y la vida privada de quienes le apetece.
 

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