Hoy ha amanecido nevando, y todos los que me conocen saben que no me gusta para nada. Odio el frio y la nieve, con independencia de su bondad para el campo y con el debido respeto a sus adoradores. ¡A mi no me gusta y punto!.
Aspecto del jardín esta mañana.
A la vista de la situación tampoco está el dia para paseos, hace bastante frio, y en esas condiciones mi cerebro disminuye su actividad, es como si se pusiera en punto muerto, por tanto para no forzar la situación dedicaré el post al humor. Dicen que reir es muy bueno para el organismo. Intentaré conseguirlo con un chiste que me han enviado estos dias, algo antiguo pero muy adecuado para la situación actual de nuestra querida y herida España.
Dicen que alcalde de uno de nuestros pueblos tenía que acometer cietras obras, y pidió tres ofertas para pintar las fachadas el Ayuntamiento, cumpliendo con las normas de buen gobierno.
Los ofertantes eran un chino, un alemán y un español..
La del chino ascendío a 100.000 euros, la del alemán a 300.000 euros, y la del español a 500.000 euros.
Ante tales diferencias, se entrevistó con los ofertantes, por separado, para que justificaran su presupuesto.
El chino dijo que él usaba pintura acrílica para exteriores en dos capas, lo que suponía 30.000 euros; en brochas, equipos y seguros se iban otros 30.000 euros, dijo que no utilizararía andamios que tanto afeaban la fachada durante las obras, y el resto era la mano de obra.
La del chino ascendío a 100.000 euros, la del alemán a 300.000 euros, y la del español a 500.000 euros.
Ante tales diferencias, se entrevistó con los ofertantes, por separado, para que justificaran su presupuesto.
El chino dijo que él usaba pintura acrílica para exteriores en dos capas, lo que suponía 30.000 euros; en brochas, equipos y seguros se iban otros 30.000 euros, dijo que no utilizararía andamios que tanto afeaban la fachada durante las obras, y el resto era la mano de obra.
El chino pintando la fachada.
El alemán justificaba su precio diciendo que él era mucho mejor pintor, que usaba pintura de poliuretano con tres capas, cuyo costo ascendía a 100.000 euros. En andamios, otros materiales, equipos y seguros se gastaban otros 100.000 euros, y el resto era la mano de obra.
El último, que es el que finalmente ganó la licitación ya que el alcalde aseguraba que presentó el presupuesto mejor justificado, resultó ser del español que le dijo: “Mire Alcalde, 200.000 euros son para usted, otros 200.000 para mí, y los 100.000 restantes se los damos al chino para que nos pinte la fachada”.
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