Hace mas de veinte años que no me bañaba en el mar en el mes de noviembre. Desde nuestra vuelta de Tenerife, donde era habitual ese tipo de baños, sobre todo en la la finca de Fañabé donde solía bañarme cualquier día del año en las rocas del castillo, no he tenido ocasión para poder disfrutar de ese inmenso placer.
Ayer viajamos a Javéa a la que no volviamos desde el mes de julio. El viaje fue muy pesado, la niebla nos supuso enormes dificultades. Desde Tarancón hasta Motilla del Palancar, 130 km. en la provincia de Cuenca, todo ese trayecto con bancos de niebla, muy densa en alguna zonas, que obligaban a reducir mucho la velocidad. Pero a partir del embalse de Contreras, donde acaba la provincia, el tiempo cambió, y el resto del viaje estuvo presidido por una mañana espléndida. A mediodia, cuando llegamos a Jávea, la temperatura estaba cerca de los 30 grados centígrados.
Esta mañana ha amanecido con un día veraniego y cálido y hemos decidido ir a la playa. La temperatura era de 30 grados, y el mar estaba en calma. Poca gente en la playa, lo que todavía aumentaba más el placer de la estancia.
Dos horas tomando el sol, luego hemos ido al chino a comprar un cable USB para pasar las fotos al ordenador, y al final en Esta Pa Ti tomando un aperitivo antes de volver a casa a comer. Todo muy agradable, con la sorpresa al enterarnos que David, el encargado, se ha ido a vivir a Sevilla, y ha dejado el restaurante. Le deseamos lo mejor en su nuevo trabajo.
He tenido el valor de bañarme, aunque el agua estaba mucho menos frio de lo que esperaba, y ha resultado muy agradable. Para los que somos de tierra adentro este tipo de cosas tienen mucha importancia. Disfrutar del mar es un privilegio único, que quizas los que viven en su proximidad no aprecien de las misma forma .
Unas cuantas fotos muestra la pequeña historia.
Ana, con el Parador de Jávea al fondo
Un servidor.
Ana iniciando las caminatas que tanto le gustan.
Gente ralajada. Al fondo el Geographic, donde ya estuvimos ayer tarde.
Un baño tranquilo.
Llegando a Esta Pa Ti.
Vista el mar desde el interior del local.
Ana tenía antojo de calamares.
La foto de María que nos envíó Marta ayer. Ya tiene 20 días.
¡Para terminar, un pequeño video con el ruido de la brisa y del mar!
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