Cuando llegué a Santa Cruz de Tenerife en febrero de 1979, me alojé en un hotel en la calle General Mola. Pero, una vez terminadas las fiestas del Carnaval me trasladé a los Apartamentos Parque, en la Rambla del General Franco, enfrente del Hotel Mencey, y estuve allí hasta el mes de junio, en que terminaron las obras de rehabilitación en la vivienda de la calle García Morato que había comprado a los hermanos Entrecanales.
Ana viajó a Tenerife en varias ocasiones durante esos cuatro meses, en Semana Santa, la semana de mis cumpleaños, y para preparar la mudanza del mobiliario desde Madrid.
Estaba pendiente de conseguir un traslado del Ministerio de Educación, que fué muy dificil, pues el tema autonómico iba cobrando mas fuerza, e imposibilitaba, de forma totalmente injusta, los traslados del personal entre Comunidades.
Tengo constancia de que el Sr. Otero Novas, a la sazón Ministro de Educación hizo alguna gestión, pero todo se resolvió, porque José Luis Alvarez, Ministro de Obras Publicas, entonces, que viajó a Tenerife para inaugurar la Estación Sur de Autobuses en la Avenida del Tres de Mayo, que había construido Entrecanales y Tavora, solicitó al Gobierno Canario, que accedieran al traslado, considerando que se trataba de un matrimonio joven separado, con una hija pequeña (Elena), que ya tenía colegio en Santa Cruz.
Poco antes de Navidad, Ana recibió la autorización para el traslado. Recuerdo aquellos meses con profunda inquietud, pues nos lo hicieron pasar muy mal.
Ahora os muestro unas pocas fotografias de Ana, en los viajes que hizo a Tenerife durante nuestra separacion forzosa.
Los desalmados nos tuvieron 8 meses separados, por puro, capricho, sin ninguna razón legal, pues Ana tenía un oposición que la facultaba para ejercer en todo el territorio nacional. Ya conocemos otros casos que claman al cielo, La situación extrema se ha dado en Cataluña, que no quiero comentar más para no insultar a la panda de caciques, que se han apoderado del poder, en todas la regiones de España, robando a mansalva y abusando de los incautos ciudadanos, a los que nos les ampara ni la aplicación de la ley, nisiquiera de la Ley Máxima, la Constitución.
¡Que Gobiernos tan cobardes!
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