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jueves, 9 de agosto de 2012

Ajedrez


Hace algo mas de cuatro meses que empecé a publicar en el blog y ya es hora de darle un giro al poliedro y mostrar otra faceta, que, ciertamente, es, y ha sido importante en mi vida. El ajedrez. Desde muy niño lo aprendí a jugar viendo a mi padre y a sus amigos. Esto sucedía  en la rebotica de la farmacia de Sahagún, en Alcazar de San Juan, mi pueblo.  Muchas tardes se reunían varios, Cabanas, Labadia, Sahagún, Melero, y otros que ahora no recuerdo, y jugaban partidas entre ellos. Algunas veces me llevaba con él y me quedaba absorto viendo como movían las piezas. Siempre sentado en primera fila, en uno de los lados libres de la mesa.

Mi padre me fue enseñando las reglas y jugaba partidas conmigo, luego fueron llegando mis hermanos mas pequeños y todos aprendieron, así que jugábamos todos contra todos. Mi padre siempre nos ganaba. Hasta que un día, a medida que nosotros crecíamos y el envejecía, empezamos a ganarle. ¡Ley de vida!

Mi padre y sus amigos eran jugadores de buen nivel. En una feria de Alcazar de San Juan, vino, invitado por el Casino a jugar unas partidas simultaneas, Arturo Pomar que en esos años era uno de los mejores jugadores españoles de ajedrez. Jugó contra cuarenta tableros, y mi padre se quedó el último, solo contra Pomar. Al final perdió la partida. El miedo escénico o la falta de experiencia pudieron con él. Tenía la partida fácil para tablas. Una final de torres contra dama, sin peones. Mi padre hubiera hecho tablas simplemete doblado las torres para impedir el paso al rey contrario, pero no encontró el camino. Yo lo presencié,  tendría entonces nueve o diez años.

Al final Arturo Pomar le felicitó por la partida, explicándole, con algunos movimientos en el tablero, el camino para las tablas. Claro, Pomar era entonces Campeón de España y Maestro Internacional. El prestigio de mi padre como jugador aumentó notablemente y yo me sentí muy orgulloso por lo sucedido.

Tengo una biblioteca de ajedrez bastante notable. Libros de la Editorial Martínez Roca, con Aperturas, Finales, Teoría del medio Juego, Táctica y Estrategia, Problemas, de todo un poco. También estuve suscrito varios años a la Revista Jaque, y recuerdo con cariño las partidas del año 1972, por el Campeonato Mundial en Reikjavik entre Fisher y Spassky. La revista sacó un número extraordinario con las partidas comentadas por varios Maestros, una edición sensacional.

Cuando empecé a trabajar en Madrid en el año 1972, nos hicimos socios el Club San Pablo que estaba en la carretera de la Coruña , en el lado izquierdo, aproximadamente sobre el km 13, que hoy ya no existe pués esta todo urbanizado. Muchas tardes al salir de la oficina me iba con el Mini 1000 al Club y jugaba unas partidas. Al final Ana se quejó, y tuvé que dejarlo.

 El Mini 1000 que compramos en el el año 1972 y que tuve hasta el año 1977

Luego he jugado de vez en cuando, y ahora juego todos los días, pero mi rival es el iPad. Ni que decir tiene que a un nivel alto me gana fácilmente. Creo que en mis mejores momentos mi nivel ELO estaría entre 2000 y 2100.

Con estos antecedentes, publico ahora un problema extraido de uno de mis libros

El problema, aunque no es muy dificil requiere un nivel intermedio. Si en una semana nadie lo resuelve publicaré la solución. 

Si hay afición al ajedrez seguiré sacando posts de ajedrez con distintos enfoques. Espero sugerencias.

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