A primera hora fuimos caminando a la Plaza de Djemaa el Fna. Por el camino volvimos a encontrarnos con unos jóvenes, que estaban a la puerta de un local, al parecer una farmacia bereber. Que insistían que teníamos que pasar a visitarla. A toda costa. Pudimos escapar, prometiéndoles que a la vuelta de la excursión y de regreso a Casa Lalla pasaríamos por la farmacia.
Cerca de la Koutubia, había una parada de taxis y utilizamos uno para que nos llevara a los Jardines Majorelle, en la Avenue Yacoub el-Mansour.
Los jardines Majorelle fueron proyectados y construidos en 1924 por el pintor francés Jacques Majorelle que vivió en Marrakech desde 1922 hasta su fallecimiento en 1962. En ellos se pueden encontrar las más raras especies de pájaros y una gran variedad de plantas tropicales. En su interior construyó un estudio Art Decó enlucido de azul cobalto, en el que ahora se encuentra el Museo de Arte Islámico. Posteriormente los Jardines Majorelle fueron adquiridos y restaurados por Yves Saint Laurent.
Entrada a los Jardines.
Vista de la puerta del acceso desde el interior.
A esa hora el calor no era intenso y el riego de los aspersores creaba un atmósfera humeda.
Ana y yo a la entrada.
Disfrutando del silecio y de la belleza de los jardines.
El pabellón Art Decó tras los cactus.
Ana en una de las fachadas del pabellón.
Detalle de los estanques desde una de las terrazas.
Rincones de los Jardines Majorelle.
Otro detalle del pabellón.
Deliciosos paseos.
Ana entre el sol y la sombra.
Estanque con fuente en su interior.
Cicas, ficus y todo tipo de plantas.
Cerámica en azul cobalto.
Estanque con nenúfares.
Drácenas entre palmeras.
El estanque con pececillos tenía un rebosadero, por el que agua caía a unos canales. El sonido del agua al caer me recordaba a los jardines del Generalife en la Alhambra de Granada a los que tantas veces visité por motivos de trabajo.
Una vez terminada esta magnífica visita, a la puerta de los jardines pudimos coger un nuevo taxi para que nos llevara a los Parques de la Menara, y allí acordamos con el taxista que nos esperara para volver a la Medina, lo que aceptó amablemente.
Los Parques de la Menara tienen una superficie de 100 hectáreas, en su mayoría con olivares. En el centro está el famoso Pabellón de la Menara, construido en 1886, junto al enorme estanque, destinado en tiempos al regadio de la plantación y que ahora se utiliza para los juegos acuáticos durante la celebración de los Moussem, entre abril y mayo, celebrando el final de la recolección de los perfumados pétalos de rosa.
Puerta de acceso a los Parques de la Menara.
Ana y yo junto al estanque con el pabellón al fondo.
Muro de la finca que rodea al pabellón.
Ana en la puerta de aceso al pabellón.
Fachada trasera de acceso al pabellón.
Dessde la terraza del Pabellón vista del estanque y a la derecha la Avenida que conduce a la Medina y la Koutubia.
El vigilante del pabellón nos tomó esta fotografía.
El Pabellón de las Menara por la tarde (Foto de Internet).
Panorámicas del estanque de la Menara.
Terminada esta visita, y con el espíritu reconfortado, volvimos a la Medina para visitar las Tumbas Sadianas, descubiertas en 1917, y que fueron construidas en el siglo XVI en tiempos del Sultán Ahmed el-Mansour, llamado El Dorado por su riqueza.
La tumbas constituyen uno de los más bellos ejemplos del arte decorativo marroquí-andaluz, en especial en el Mausoleo de las tres Salas, la Sala de las Doce Columnas.
Minarete y fachada del edificio que alberga la Tumbas Sadianas.
Puerta de acceso al Mausoleo.
Detalles arquitectónicos de distintas salas del Mausoleo de las Tumbas Sadianas
Detalles arquitectónicos de la Sala de las Doce Columnas.
Varios detalles arquitectónicos. que me recordaron los arcos, capiteles y otros detalles decorativos de algunas salas de la Alhambra de Granada.
Salida de la visita.
El resto de la mañana hasta la hora de comer, en la que volvimos al Restaurant Argana, estuvimos deambulando por las calles de la Medina. En el grupo de fotografñias siguientes, hay algunas obtenidas en Interner e incluidas intentando dar una idea cabal del ambiente en la Medina.
Puerta de acceso desde la Plaza e Djema el Fna a la calle que conducía a Casa Lalla.
Fotos de varias callejuelas de la Medina que reflejan bien el ambiente en su interior
Varios rincones de la Medina, donde se mezclan los turistas con las nativos sin ningun problema.
Edificio en la Plaza de Djemaa el Fna, que alberga oficinas de las fuerzas de seguridad.
Cafés de nativos
Típica casa de Marrakech.
Cafeterias para turistas
Pasaje tranquilo en el centro de la Medina.
Algunos carteles curiosos encontrados en la Medina.
Personajes típicos.
Después del paseo, regresamos al Restaurant Argana.
Junto a la Koutubia, que preside la vida en Marrakech. Sin darte cuenta siempre aparecías a su lado.
Ana, esperando la comida.
Vista de la plaza desde la terraza del restaurante.
Otros riads en el camino de regreso a Casa Lalla para descansar. Una siestecita nunca viena mal.
La Koutubia al atardecer.
En las fotos anteriores se aprecian los preparativos previos para la noche.
La plaza con el ambiente a tope un momento antes del ocaso.
Varias fotos mostrando los puestos de comida.
El humo creaba un ambiente mágico.
Alejandonos de la Plaza de Djemaa el Fna. El grupo de gente rodeaba a los músicos que no dejaron de hacer sonar lo tambores.
El segundo día terminó igual que el primero. Marrakech te seduce y te embruja.
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