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jueves, 18 de octubre de 2012

Luis Chamizo

El día previo a la celebración de la Primera Comunión de Lucía, el pasado mes de Mayo, en una comida con mis consuegros, Angel y Chichita, que habián viajado desde Tenerife donde residen, hablaba con Angel, que es extremeño de nacimiento, sobre mi segundo apellido, Chamizo, y me preguntaba si conocía al escritor Luis Chamizo, que tambien es oriundo de Extremadura. Ciertamente, tenía conocimiento de su existencia, pero no habia leido nada de sus obras.

Por lo referente al Castúo, es una denominación acuñada por el poeta extremeño Luis Chamizo Trigueros, natural de Guareña (1894-1945), provincia de Badajoz cuando en 1921 publicó su libro de poemas El Miajón de los Castúos en el que intentaba reflejar el habla rural. Con el tiempo dicha denominación se ha hecho popular para denominar las hablas de Extremadura, en sus distintas variantes, tanto las que conforman el altoextremeño, el medioextremeño y el bajoextremeño, como es el caso de la propia habla en que escribió Luis Chamizo.


El padre de Luis Chamizo, Joaquín Chamizo Guerrero, nacíó en Castuera, y recuerdo a  mi abuelo materno Inocente Chamizo Carmona hablar de Castuera, Magacela y otros pueblos cercanos, de los que procedía toda su familia. Por tanto es posible que haya un parentesco lejano con la familia del escritor.

En cuanto al Castúo, siendo niño lei unos poemas de José María Gabriel y  Galán, que había en la biblioteca de mi padre, escritos en ese dielecto o habla extremeña.

Despues de unos meses, sin acordarme del tema, ayer, por caualidad, navegando en la red, y buscando información del papel de los extremeños en la Conquita de América, di con una pagina muy interesante, cuyo enlace os ofrezco Trianarts, es un blog muy especial, habla de todo, literatura, cine, música, pintura, arquitectura, escultura, historia, etc, que os hará pasar ratos agradables. En esa página encontré un post dedicado a Luis Chamizo, comentando sus obras, e incluso publicando algunos poemas, que me encantaron.

Despues he buscado en la red y dispongo de amplia información, con lo que mi bagaje cultural ha mejorado un poquito. A pesar de los años, poco a poco, uno puede aprender cada días cosas nuevas, y asi hasta el infinito.

Hoy me limitaré a publicar un par de poemas de su primer libro, ya citado,  El Miajón de los Castúos, que tiene doce poemas. Tiempo habrá para completar la información.


¿Porque será que todos estos libros, estan siempre publicado en México o Buenos Aires?

EL NOVIAJO

I


Tocan las campanas,

la gente s'alegra.
Unos güenos mozos, cantando flamenco,
jacen gorgoritos en una taberna.

Tocan las campanas,

tocan dando güertas,
qu'asín tocan siempre
los días de fiesta.

Hay riñas de gallos

en la resolana de las corraletas,
y en el artozano, junt'a los ceviles,
unos zagalones se juegan las perras.

Los viejos s'apíñan,

s'apiñan las viejas
jaciendo la bulra
de la gente nueva.

S'arriscan las mozas,

y van peripuestas
luciendo los guapos
pañuelos de sëa;
goliendo a manzanas,
goliendo a camuesas.

Van en carrefilas, jaciendo pinitos,

camino e la iglesia...
Y yo, qu'era malo, más malo qu'un vendo,
me voy detrás d'ellas.

Me voy detrás d'ellas sin ver a los gallos

que riñen los mozos en las corraletas;
sin tomá las once,
sin jugá las perras.

Me voy tras las mozas

porque va con ellas
la que yo dinguelo,
la que me dinguela
con sus ojos tristes de miras mu tristes,
con sus ojos tristes de miras mu negras.

Yo, qu'era tan malo,

me voy pa l'iglesia
sin tomá las once,
sin jugá las perras,
sin dir a las riñas
de las corraletas.

¡Qué jormá te pones! —me icen los viejos—.

¡Que güeno que eres! —me icen las viejas—.
¡Chacho! ¿qué t'ha dao? —me icen los mozos
dende la taberna.

M'ha dao la vía,

la vía qu'es güeña
cuando se trebaja
por una querencia;
cuando por un argo
que llevamos drento
se sufre y se pena;
cuando, de röillas,
drento de la iglesia,
rezando, lloramos
sin danos vergüenza.

La quiero y me quiere,

espero y espera
jasta que yo junte pa dale las donas,
jasta qu'ella s'haga'l ajuá con la hijuela.
 
Tocan las campanas
la gente s'alegra.
Mi novia va a misa:
yo voy detrás d'ella;
y allí, mesmamente delante del Cristo,
jincao en la tierra,
rezando las cosas qu'a mí m'enseñaron
cuand'iba a la escuela,
una vos me ice: ¡sé güeno y trebaja!
y otra vos me ice: ¡trebaja y espera!

II


¡Qué güeña y qué santa!

¡Qué santa y qué güeña!...
Con lo que me quiere, ni siquiá me mira
drento de la iglesia.

Por eso me icen

qu'a mí me disprecia,
porque no me mira
drento de l'iglesia.
¡Juy, qué cacho e brutos!
¡Juy, qué mal que piensan!
Si mesmitamente
lo qu'a mí m'alegra
es que no se istraiga,
es que no m'atienda,
pa qu'asín la Vigen mus dé de seguía
lo qu'ella la píe ca ves que la reza.

III


Cariños mu jondos son dambos cariños;

querencias mu jondas son dambas querencias.

Cuando con la jacha

descuajo en la jesa,
las ramas se runden,
la jacha se mella,
y yo, que soy juerte,
me queo sin juerzas...

Cuando yo la vide

po la ves primera,
prencipió la cosa de nuestro noviajo
con nuestros quereles y nuestras querencias.

Yo sé qu'el cariño d'ella no se runde,

ni el mío se mella,
que semos más duros que los arcornoques
y más que los jierros de las jerramientas.

|Qué juerza más grande llevamos por drento!

¡qué juerza, qué juerza!

Cuando con el burro salgo mu templano

camino e la jesa,
siempre me la encuentro
barriendo la puerta;
y siempre me ice: —¡Anda con Dios, hombre!—
y siempre la igo: —¡Quéate con Él, Petra!—
y le doy al burro pa qu'ande más listo,
y ella barre, barre, mucho más depriesa...

Y si, ya mu lejos,

güervo la caëza,
me mira y se ríe
con esa risina que tanto m'alegra…

¡Qué trabajaora!

¡Qué guapa y que güena!
¡Si páece mintira
que tanto me quiera!

Tocan las campanas,
locan dando güertas...
Unos güenos mozos, cantando flamenco,
jacen gorgoritos en una taberna.

Hay riñas de gallos
en la resolana de las corraletas;
y en el artozano, junt'a los ceviles,
unos zagalones se juegan las perras...

¡Juy, qué cacho e brutos!
¡Juy, qué mal que piensan
creyendo que asina son las diversiones
de la gente nueva!

Y es ¡claro!, por eso, ¡qué coñio!, me icen
qu'ella me disprecia,
porque no me mira
drento de la iglesia
con sus ojos negros de mirás mu tristes,
con sus ojos tristes de mirás mu negras.


LA EXPERENCIA
 
Ven p'acá, hija mía,

que yo soy ya vieja
y ya di ese paso que tú das agora,
y viví esa vida que llamamos güeña,
y estrujé mis ojos pa sécame el llanto,
que a juerza de llanto m'entró la experencia.

Mi Juan mesmameníe paece un chiquillo,

y tú eres mu nueva,
y sus queréis mucho, y tenéis ajorros,
y estáis mu solitos dambos en la tierra...
¡y este pícaro mundo es tan güeno
con los que así empiezan...!
Con cosinas durces sus va engatusando,
sus tapa los ojos,
sus jace promesas,
y aluego se ríe,
dispués que sus ceba
y sus eja solos erramando jieles
por el sumiero de vuestra concencia.

¡Hija de mi arma, si páece mentira

que ya estéis casados dambos po la Iglesia;
si a mí me paece que sois dos muñecos
entavía, Teresa,
pa dirse con tiento pa gastá los cuartos,
p'atendé a los gorpes de las desigencias,
pa jacé, jormales, el troncón rebusto
d'una nueva casta que dé castas nuevas;
unos chirivines que páescan d'azogue,
qu'estruj'en, qu'arañen, que muerdan la teta,
que lloren con genio, qu'estrocen, que chillen,
que jagan pucheros al jacegle fiestas...

¡Míala cómo jimpla la recandongona

cuando se le palra de cosinas tiernas!

Éjate de mimos

Y delicaëzas;
¡sí ya estáis casaos
dambos, po la Iglesia!

Ascucha, hija mía,

y no t'encapríches con tu comenencia,
que la vida es corta,
mu corta y mu güeña
pa los que vivimos de nuestro trebajo
y estamos contentos con nuestra probeza.

Hay que ver y cómo refalan los días,

y pasan los años,
y s'hace una vieja,
rebuscando siempre lo desconocío,
siempre suspirando por cosinas nuevas.

Primero la noche d'estar dambos solos

con nuestras querencias,
y endispués los hijos, y endispués los nietos,
y endispués el pago de nuestra concencia.

Mi Juan es un santo;

tié sus cosiquillas como tié cuarquiera;
pero le tiés ley y tiés mucha labia
y sabrás llevagle por güeña verea;
porque miá tú, hija, aquí pa nusotras,
töitos los hombres son como si jueran
unos muñequitos d'esos bailarines
qu'un jilillo jace danzar, en la feria:
nusotras los vemos, mus encaprichamos
y mercamos uno, a tontas y a ciegas,
sin que mus endilguen los revendeores
de los chismecitos, qu'enganchan la cuerda.

Y es claro, qu'aluego,

¡que si quiés, morena!
qu'icen que no bailan,
que no se menean,
que t'andas espacio pa dir a enterate,
y que ya se jueron los tíos de la feria...
y anda, ponte moños,
¡búscale el risorte
de la bailaera!

Tamién las mujeres semos corno semos,

mu dás a los lujos de las vestimentas,
desajeraoras y amigas de chismes
y de requilorios y de cuchufletas.

Tú, hija mía, precura

seguir las lecciones que da la experencia
que yo te iré iciendo lo qu'has de jacete
pa que vos resulte la vida mu güena.
Amos a ver, mïa: esta mesma noche,
asín qu'arrematen los mozos la fiesta,
sus diréis pal cuarto; pus bien...

|Ay qué contra, y qué mimosina

t'has güerto, Teresa!;
¡si ya estáis casaos
dambos, po la Iglesia!

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